Llegar a Newcastle upon Tyne en septiembre fue como encontrarme con la transición perfecta entre verano y otoño. La ciudad respira energía joven, con estudiantes que regresan a la universidad, y al mismo tiempo conserva esa elegancia histórica que se siente en cada rincón.
Primeras impresiones
Lo primero que hice fue caminar por el centro historico hasta llegara a la ribera del Tyne, donde los puentes son protagonistas. Ver el Puente del Milenio al atardecer, cuando se ilumina y se refleja en el agua, me dejó sin palabras. El ambiente en el Quayside es animado: terrazas llenas, música en vivo y ese aire fresco del río que anuncia que el otoño se acerca.
Historia y arquitectura que sorprenden
Subí al Castillo de Newcastle para entender de dónde viene el nombre de la ciudad. Aunque no es un castillo enorme, tiene algo especial: desde sus murallas pude ver cómo lo medieval se mezcla con lo moderno. Después, me perdí en Grainger Town, donde las calles parecen un escenario de época. Grey Street, en particular, es tan elegante que entendí por qué la llaman una de las más bonitas de Inglaterra.
Cultura a orillas del Tyne
Si hay algo que me impresionó es la apuesta cultural de la ciudad. El BALTIC Centre for Contemporary Art me atrapó con sus exposiciones vanguardistas, mientras que el Sage Gateshead, con su arquitectura futurista, parecía una nave espacial anclada junto al río.
Sabores y noches inolvidables
La comida fue otra aventura: probé un clásico stottie cake en un café local y, por supuesto, una pinta de Newcastle Brown Ale en un pub tradicional. Por la noche, la ciudad cambia de ritmo. Entre los bares de Ouseburn y las discotecas de Collingwood Street, entendí por qué Newcastle tiene fama de tener una de las mejores vidas nocturnas del Reino Unido.
Escapadas rápidas
Una de las mejores decisiones fue salir un día a Cullercoats ,un pueblo costero encantador con un mercado de antigüedades y playas que invitan a pasear junto a la SPANISH CITY. Ese día visité Withley Bay a solo 15 minutos en tren: su faro en una península rocosa es tan imponente que te deja sin aliento.
Consejos de viajero
Septiembre es un mes ideal para venir: no hace frío intenso, pero conviene llevar una chaqueta ligera porque el clima cambia rápido. El Metro de Tyne and Wear fue mi gran aliado para moverme, y descubrir cómo la ciudad conecta tan bien con la costa fue un plus inesperado aunque los coches Uber tambien hicieron su parte adecuadamente.
Al final, Newcastle en septiembre me dejó una mezcla de sensaciones: el encanto de lo antiguo, la frescura de lo moderno y la calidez de su gente. No es una ciudad que se visite solo por obligación, sino un lugar al que uno quiere volver.